Verano caliente, muy caliente

Loco… con este verano caliente.

Claro, sonríe mi amiga del alma. Normal.

Pero así no hay quien piense. Veo cuerpos, sensualidad. Sudo, huelo, bebo. Mi mente se desliza hacia el infierno de Dante. Un viaje a territorios prohibidos.

No te juzgues. Permítete aparcar la mente analítica. Es verano caliente.

Quiero estructurar.

Cuando llegue otoño. Ahora solo toma nota de las sensaciones. Vívelas. Calor, playa, danza… juegos de seducción. Sumérgete en este aparente infierno. El cerebro lo necesita.

No.

Sí. Como los sueños de cada noche.

No siempre sueño.

En todo caso no siempre recuerdas los sueños. Pero cada día soñamos.

¿Y qué?

En la fase REM hay una alteración química cerebral que incide en el sistema hormonal, como si la persona hubiera ingerido LSD, o ayahuasca. El sueño es como un viaje. Una puerta.

¿A dónde?

Al inconsciente, individual y colectivo.

Ya.

El cerebro procesa 400.000 millones de bits de información por segundo. Pero solo somos conscientes de 2.000 bits por segundo.

Y mi amiga del alma sigue…

Nuestra red neuronal es un cosmos. En la fase del sueño emergen partes inconscientes. Es la mente no lineal, surrealista, creativa. Lo reivindican artistas, lo reivindican psicoanalistas, científicos. Si no nos dejaran soñar, perderíamos la cordura, señalan los neurólogos.

Los sueños son una fantasía, le digo yo. Es un proceso aleatorio. No es real.

Qué más da, me asegura. Es tan real el mundo exterior como el interior.

Y recuerda las palabras de Joe Dispenza, bioquímico, especialista en la química del cerebro y la neurofisiología. “El cerebro no reconoce la diferencia entre lo que ve externamente y lo que evoca. En una tomografía se puede observar que se iluminan las mismas partes del cerebro”. Por eso cuando se activa la fase REM, la parte más primitiva del cerebro bloquea los impulsos motores para evitar que el soñante reaccione físicamente y salga corriendo si sueña que corre, por ejemplo.

Empieza a asustarme que lo interno y lo externo sea igual de real. Ya no sé si tomarme una copa, dos o ninguna. El verano sigue caliente.

No te asustes, o sí. Tú mismo.

Sé que el mundo onírico ha sido abordado en el budismo, judaísmo, islamismo, cristianismo, chamanismo, en el psicoanálisis…

Y en la ciencia. En el hospital Newton Wellesley de Boston, constataron que el soñar es hiperconectivo, un estado mental en el cual somos capaces de hacer más conexiones asociativas que en el estado de vigilia. No es tan extraño que científicos y artistas encuentren ahí soluciones a sus problemas e inspiraciones para sus obras.

Suena mi móvil. Es Ana Yael, la ilustradora  internacional que entrevisté para la revista Mozaika hace un par de meses. Mozaika forma parte de una iniciativa de jóvenes judíos que busca el diálogo con jóvenes no judíos, desde el arte y la cultura en general. Su sede es la histórica casa de Adret, en las estrechas calles del Call de Barcelona (https://www.mozaika.es). 

No es tan fácil alimentar este diálogo, crear una red de conocimiento mutuo, reconoce mi amiga. Pero es como las sinapsis de las redes neuronales del cerebro. Una sola neurona cerebral puede tener diez mil sinapsis. Todo es posible.

Sí. Y la vida es un sueño. Y el verano caliente.

Vivir es una invitación a dialogar con tus personajillos, a nutrir las sinapsis de tus neuronas.

Y lo asocio con la X Jam de poesía gestáltica (el pasado 9 de junio) titulada ¿De qué están hechos los sueños?, dirigida por la poeta y terapeuta Carrie Punto (Yolanda Romero). Y en ese diálogo con los personajillos la sombra deja de pesar, como compartió en su proceso personal y artístico Remei Manzanero.

Es el juego de la vida… como la película canadiense “Café de Flore”, compleja e instructiva, para iniciados en las sinapsis existenciales y sus numerosos caminos interconectados. O como “El viaje de Andrés”, recientemente publicado, del danés Svend Brinkmann. Un libro que se pregunta ¿qué significa ser humano? a través del viaje de un adolescente por Europa, con reflexiones sobre el sentido de la vida desde la filosofía, la psicología, la antropología, el arte, la ciencia… (https://bit.ly/3qP6UKw).

Vale, vale…

Viajando y soñando para dialogar, insiste mi amiga del alma. Todas las personas somos un misterio. ¿Qué es el observador? ¿Qué soy yo? No está en ninguna parte del cerebro… Sumérgete en el verano caliente. Toma una copa o dos o ninguna. Y nos vemos…