Una propuesta indecente tras el 8-M

Tengo una propuesta indecente, escribe mi amiga del alma… Uauuuuu… ¿Qué será? Quiero saber más. Y ella sigue…¿Tienes planes esta noche? ¿Quieres disfrutar de un cocktail mientras compartimos una buena charla, sin tiempo?

Yo, sentado en un banco, sintiendo el sol penetrando mi rostro, se dispara mi imaginación.

Incluso acaricio la idea de un masaje tántrico, piel con piel y el poder transformador de la feminidad. Se me va la olla. Ya escribí algo sobre eso (https://bit.ly/3sVw0Km).

Mi amiga del alma, que no se le escapa nada, me suelta: Estás tonto… No te enteras.

No, no me entero, ¿o sí…? Una propuesta indecente puede dar mucho de sí. Suena a travesura. Pero una parte de mí sospecha que no es solo esto. Hay más en juego. La travesura, ¿desde la pulsión o desde la libertad?

¿Te sientes libre de decidir o estás atrapado en los impulsos?, pregunta mi amiga.

Y me da atisbos de vergüenza que ella pudiera contemplar mi pantalla gigante de pensamientos y sentimientos caóticos entremezclados. Sé que si hay vergüenza no hay decisiones libres. Y me pregunto entonces qué es la libertad. Mi amiga, sensible al caos que desprendo, me da pistas.

Necesario soltar lastre de las propias emociones, soltar herencias telúricas y territoriales, los vínculos de sangre. Éste es el primer paso.

Y segundo paso. Asumir la máxima fundamental del ser humano libre: vivir en el amor por la acción y dejar vivir respetando la voluntad ajena, sin exigir que el otro piense, sienta y haga lo mismo que tú. Confía en el otro. El otro también es libre. Si no contemplas al otro como ser humano libre, tú tampoco eres realmente libre.

Uffff…. Lo veo difícil, muy difícil. No imposible, pero… nos pegamos. Mira Ucrania, Rusia, EE.UU. Pensamiento binario, de dos bloques, como en la época de la guerra fría. Estás conmigo o contra mí. Tú eres el malo y yo soy el bueno. Te mereces un castigo, es la frase preferida del maltratador.  

La tarea es seguir explorando terceras vías para superar el pensamiento de bloques, los enfrentamientos, señala un antiguo miembro del Bundestag y eurodiputado, Gerald Häfner. Así que mejor una propuesta indecente. Un atrevimiento social para avanzar más allá de lo establecido, de las violencias.

No a los maltratos. Reivindiquemos las tetas, como Rigoberta Bandini en “Ay mamá”, convertido en himno oficioso del 8-M. Así lo refleja en el emotivo y certero reportaje Domingo Marchena, evocando a su madre María, una andaluza de Catalunya: (https://bit.ly/3Cpn2Iq).

“Tú que podrías acabar con tantas guerras” (…). “No sé por qué dan tanto miedo nuestras tetas. Sin ellas no habría humanidad…”, canta Bandini.

Y mi amiga me recuerda que estamos diseñados para ser sociables. Participamos constantemente en un ballet neuronal que nos conecta con quienes nos rodean. Lo ilustra con numerosas investigaciones Daniel Goleman en su obra “Inteligencia social”.

Pasar en libertad del Yo al Nosotros. Y curioso el capítulo del libro dedicado a la neuroanatomía de un beso.

“El beso posee una cualidad motora que se pone en funcionamiento antes incluso de que las percepciones alcancen la conciencia y seamos conscientes de los sentimientos subterráneos que se han activado en nosotros”.

La toma de conciencia a través del beso. ¿Formará parte de la propuesta indecente? Mi mente vuelve a Gerald Häfner, quien está convencido de la importancia de “los  gestos de humanidad viva”. Hacia el crecimiento de la consciencia despierta, la libertad y el compromiso con el otro y con el mundo.

Alzo la vista. Me levanto del banco. Un perro precioso… Viene hacia mí. Es un golden retriever. Desprende sensibilidad. Me olisquea la mano, la lame con ternura… Mi cuerpo se estremece… Una mujer lo llama. El animal marcha sin dejar de girar su cabeza para mirarme. Nos miramos. Más contactos.

Llevar los pensamientos de la cabeza al corazón. ¿Seré capaz? ¿Por qué no? Sí, acepto la propuesta indecente.