¿Sometidos? Del bondage a la algolagnia, una revolución

Bondage, algolagnia… ¿Sabes en qué se diferencian? Me pregunta ella. A mí me importa tres pepinos. Me da igual. No estoy para sexo ni adivinanzas. Se me acumula el trabajo y procesos internos.

¡Si va de eso!, de procesos, exclama mi amiga íntima del alma.

Pues yo no sé qué es la algolagnia. Suena muy raro. El sexo bondage, sí. Y no me apetece ahora ser sometido o atado. Bastante sometidos y atados estamos actualmente.

Eso, ¿cuánta gente crees que vive sometida?, me lanza.

Mujer, visto así, claro. Yo mismo me siento sometido con la proliferación de tantas normas. Ya no sé cuál saltarme. Y así no hay quien se entusiasme, aunque sea bondage y se pusiera de moda con “Cincuenta sombras de Grey”.

Mi amiga del alma me recuerda que se me da bien dar la vuelta a la tortilla con los procesos. Pero ¿hacerlo con el sometimiento? Incluso me asombra descubrir gente que se acomoda a ella.

Es probable que también haya un punto de gratificación ahí. Y reflexiono: ¿Es gratificante una voluntad sometida? Las respuestas de sociólogos, neurocientíficos y psicólogos son diversas y controvertidas.

Aun así, hay un nexo en común. ¿Sabes cuál es?

¿Cuál?

Las gallinas y el sistema biológico de los incentivos, me contesta.

¿Qué? ¿Gallinas? Anda ya. Suena a experimento conductista. Siento repelús. Agobiante como la película “El hoyo” de Galder Gaztelu-Urrutia, aunque muy buena. Merecidamente premiada el año pasado en varios festivales. En el de Sundance, el de Sitges y el de Toronto.

No te desvíes, que hablo de gallinas, reclama mi amiga del alma.

Sigue.

Y sigue: Las personas son más complejas que la gallina en los experimentos comparados. Ante los incentivos, premios o castigos, la respuesta humana puede no ser binaria.

Claro, por eso somos contradictorios e incoherentes.

No solo. La respuesta no binaria es un camino también hacia la creatividad, procesos de revolución interna.

O hacia la esquizofrenia, digo yo.

¿Y qué si hay esquizofrenia? ¿Recuerdas la película “Una mente maravillosa”, que por cierto ganó cuatro Oscars?

Sí. Sobre el premio Nobel John Forbes Nash. Me impactó. Un matemático reconocido por sus aportaciones a la teoría de los juegos y los procesos de negociación.

Nash fue valiente. Decidió dejar de tomar pastillas para gestionar él mismo su mente dividida. Así pudo desarrollar su potencial creativo haciendo todo lo que hizo. Fue una revolución, sí.

Exacto, dice mi amiga. Y sigue. Para eso es necesario ejercitar la voluntad. La voluntad propia. Como un músculo. Cuando se ejercita con consciencia, cuando eres tú quien toma las decisiones, se siente una liberación. Asumes tus propias repuestas no binarias, tus contradicciones más íntimas.

Desde ahí puedes aceptar el sometimiento, y también hacer con él lo que quieras. Como en el bondage. Donde paradójicamente se rompen ataduras mentales, incluso culturales.

Y mi amiga íntima del alma me cuenta el camino de algunas amigas suyas con este tipo de prácticas sexuales y el hecho de explicarlo o no. Sus vergüenzas, sus liberaciones. Sus procesos.

Relacionado con las liberaciones me recuerda que ya me habló hace casi un año de la vagina consciente. No lo olvido, no. Puse los ojos como platos y cara de tonto. Sí. (https://bit.ly/2QEYYKE).

Sus amigas no son una excepción. Según los sexólogos al menos para un 25% de las personas es excitante introducir en sus juegos fantasías de sumisión, incluso pequeños mordiscos, pellizcos y arañazos.

Al fin y al cabo hay un punto en común entre el dolor y el placer: la segregación de endorfinas, unos opiáceos naturales que actúan de forma similar a la heroína y la morfina sobre el sistema nervioso.

Tampoco es nuevo. Ya lo sabían hace más de mil años. En el Kama Sutra se describen técnicas como los mordiscos, arañazos y golpes en determinadas partes del cuerpo como parte integral del acto erótico. Y a eso le llaman algolagnia, que no llega al punto del sadomasoquismo, me aclara mi amiga. Todo un arte. Superando complejos.

Del sometimiento al mordisco. Parece que todo va unido. Placer, dolor… y creatividad, que por cierto también produce la misma cantidad de endorfinas que el sexo, según detalla Luis Muiño en una edición para coleccionista de la revista Muy interesante titulada “Maravillas del cerebro”.

Antes de marchar, mi amiga del alma también me recuerda otras palabras de Muiño. “La creatividad exige que el pensamiento abandone los automatismos. Salirnos de los esquemas mentales habituales es fundamental para el ser humano”.

Y las remata con una pregunta:

¿Y tú? ¿En qué esquema mental estás permaneciendo? La vida es un cúmulo de oportunidades. Tienes que ir a la Luna para ver que la Tierra es redonda.

Vale. Reúnete conmigo en el café Bleu y la melodiosa voz de Soha (https://bit.ly/2DdNFWy). Bienvenido septiembre.