Me desnuda el arte

Nos podían multar. ¿Por? Por quemar un piano en la playa de Barcelona. ¿Quemar un piano? Joder…!!!

Al ver mi reacción me contó los detalles. Aunque el fuego era real, el piano no sufrió durante el rodaje.

Ya.

Que sí. Que no sufrió. El secreto está en una mezcla de gas butano con el jabón que se puso dentro del piano. Así se quemó solo el gas durante 15 segundos y el fuego se apagó. El piano quedó intacto.

Todo eso me lo cuenta la artista políglota Marina Matiss a primera hora de la mañana en una cafetería para hablar del arte y su significado para ella. Su última canción “El perdón” (producida por Arthur Pingrey) la escribió y compuso tras una relación abusiva. Me comenta el proceso. Desnuda su alma.

Si llamas a tus demonios por su nombre es entonces cuando desaparecen. Y el fuego del piano en la playa para el rodaje del videoclip de la canción ha ayudado. Quema el pasado doloroso y lo transforma en esperanza (https://bit.ly/2KrTIdz).

Y sigue hablando…

No quiero sentirme como un mosquito. Yo no solo me levanto, como, trabajo, follo y duermo. Quiero dejar algo más allá de mí misma. Quiero aportar algo. El arte lo permite.

Su valentía me reconstituye por dentro. Y con esta idea sobre lo que permite el arte o no me acerco al local recién estrenado de otra artista reconocida y premiada en varios países, Patricia Cancelo. Es una galería de arte y taller que ha abierto en Travessera de Gràcia, 315, de Barcelona. Intercambiamos vivencias. Desnuda su alma.

Hay esculturas de hierro forjado. Impresionante (https://bit.ly/2WjqDUh). La masa más densa transformada en mundos infinitos. Formas orgánicas que reproducen fórmulas matemáticas. Sin ser consciente Patricia. Hasta que se lo dijeron unos admiradores de su obra, del CERN, el laboratorio europeo de física de partículas elementales. Y del DIPC (Donostia International Physics Center). Ahora colabora con ellos desde su aportación artística, con sus pinturas que también crea.

Seguramente ciencia y arte no están tan alejados entre sí. Y Patricia busca las semejanzas entre un artista y un científico. Cómo se complementan…

Yo no lo veo tan claro. Es una locura. Un poco. Bastante. Una cosa es ciencia y otra arte. La ciencia es conocimiento, tecnología. Arte es imaginación, inspiración…

Lo consulto a mi amiga del alma. Y ella bendice la locura. Porque la división entre conocimiento y arte produce una herida en el alma. Mejor darse la mano. Tender puentes. Borrar fronteras. Curar heridas.

Lo ilustra con un breve relato rescatado por el filósofo Stewart C. Easton.

Dos hermanas. Perdidas en un paraje helado. Una sufriendo el frío, quejándose de la temperatura, objetivamente baja. La otra, disfrutando libremente, admirando subjetivamente la belleza del paisaje. La primera casi se murió de frío por la noche. La segunda tuvo un sueño reparador, una experiencia onírica en la que se le otorgaban unos poderes excepcionales. Con estos poderes cuidó de su hermana evitando su muerte prematura.

Easton pone nombre a la hermana que casi se muere, Conocimiento humano. La cuidadora es la hermana Arte, libre de esquemas mentales. El conocimiento humano revive con el arte. Difícilmente puede sobrevivir el uno sin el otro.

El arte no deja de ser una provocación. Un desnudo. Mi amiga del alma me invita a que nos desnudemos nosotros mismos, con el coraje de las primeras mujeres artistas que lo hicieron.

Y me pregunta, ¿sabes quién fue la primera mujer que se autorretrató desnuda?

Ni idea.

Una colega tuya de La Vanguardia, Teresa Sesé, lo escribió hace poco (http://bit.ly/3oWhE7U). Y descubrió que fue una pintora alemana en 1906. Simuló estar embarazada. Desnudó su alma para dar luz a sus propios secretos. Dar luz, dar vida. Y ahora es la época ideal.

¿Ideal?

Pronto será la noche más larga del año, y se celebra el renacimiento del sol, cuando el día empieza a conquistar horas de oscuridad. Momento de mayor consciencia.

Y mi amiga del alma lanza la pregunta:

¿A quién acogerás en el solsticio de invierno? ¿Quién vendrá en ti? ¿Mirarás tu alma al desnudo?