Mami o no mami, sin prejuicios y con cava

Confuso. Muy confuso.

¿El qué? Pregunta mi amiga íntima del alma.

Pues no sé, le contesto.

Ya veo que estás en la luna y su parte oscura, sí. En ese caso permíteme que comparta contigo la confesión de unas amigas mías.

¿Confesiones? (Y abro los ojos, mucho).

Sí, un sentimiento íntimo de muchas mujeres. También relacionado con las incongruencias, los prejuicios y las partes oscuras, donde estás tú.

Consigue captar mi atención. Y sigue…

¿Tú crees que las chicas quieren tener hijos o no?

Mujer, así de golpe diría que sí, aunque es cierto que tengo muchas amigas que no los tienen. Y están muy bien así. O eso parece.

¿Y crees que socialmente la maternidad es una de las cosas que se espera del sexo femenino?

Pues en general diría que sí.

¿Y crees que las mujeres se sienten presionadas de alguna manera u otra por ello?

Puede.

¿Y crees que esta presión es menor que hace 50 años?

Pues no sé. Seguramente es menor.

Si es así, ¿crees que las mujeres se sienten mejor?

Supongo.

Pues no (aunque en su tono atisbo una carta escondida).

No entiendo (a ver con qué continúa…).

Hay muchos prejuicios del pasado y del presente. Me suelta mi amiga. Y sigue…

¿Qué tienen en común la cantante Alaska, las actrices Jennifer Aniston y Maribel Verdú, las políticas Angela Merkel y Margarita Robles, o las históricas intelectuales Simone de Beauvoir o Hipatia de Alejandría?

Antes de que yo conteste se adelanta diciéndome que ninguna de ellas tiene hijos. No es tan extraño.

La socióloga Catherine Hakim, investigadora y autora de ensayos provocativos como “Capital erótico”, señala que en Europa el 20% de las mujeres no tienen hijos, cifra que en Alemania llega al 30%. Y la también socióloga Margarita Delgado, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), constata que en España, poco más del 40% de las mujeres entre 20 y 44 años no tienen hijos. Y a partir de los 40 años, una de cada cuatro de estas mujeres que no son madres afirma que no quieren tener hijos.

¿Significa esto que todas estas mujeres no tienen instinto maternal o no tiene nada que ver?

Hago un repaso mental de amigas sin hijos. Ciertamente son bastantes, por no decir muchas. Les pregunto sobre su deseo de ser madres. Y hay de todo.

Unas no, no lo tienen y tampoco sienten la presión de ocultarlo.

Otras sí lo tienen. Pero, o bien no son madres porque no se ha cruzado en su camino el perfil de persona con la que compartirían la maternidad, o bien están centradas en su profesión y resultaría complicado conciliarlo. También hay quien ha canalizado su instinto maternal a través de alguna oenegé relacionada con niños, u optan por el camino de ser familia de acogida…

Las situaciones son múltiples. Y el abanico de expectativas también. Se lo comento a mi amiga.

Afirma que ya no pesa tanto las expectativas de los demás o de la sociedad como la que una deposita sobre sí misma. Los prejuicios hacia sí misma. Algo parecido plantea también la economista María Blanco en su libro “Afrodita desenmascarada”. Y más recientemente Leyre Khyal, coautora de “Prohibir la manzana y encontrar la serpiente”.

Ésta es la presión. La presión hacia una misma. Aunque eso implica una ventaja para las mujeres. Al menos permite verbalizar las incongruencias. Es una de las claves para ser poderosas. Lo destaca Murray Stein, psicoanalista, en “El mapa del alma según Jung”, o el premio Nobel Albert Camus desde otra perspectiva existencialista, como me chiva la observadora Belen desde su rincón de la costa norte francesa.

¿Verbalizar qué incongruencias?, pregunto a mi amiga.

Me dice que me lo cuenta la próxima semana si la invito a un buen cava.

Que así sea. Voy preparando el cava.

Mientras tanto, Yolanda Romero, artista de la vida, poeta gestalt, mujer sin hijos, autora de “Siendo sinceros” (http://www.carriepunto.com/), comparte esta significativa canción francesa https://bit.ly/39wNKAX (Je veux).

Sin prejuicios.