La voz entre poros de piel, semana 24 del embarazo

Mi amiga muy querida está embarazada. Un embarazo deseado, largamente soñado convertido en realidad. El milagro de la vida. Un ser que de una única célula pasa a estar formado por trillones de ellas de más de 200 clases diferentes en unas 38 semanas, al nacer. Uaaauuuu…!!!

Un misterio que la ciencia va desvelando. Pero mi feliz amiga me pregunta por la conciencia de ese ser. ¿De dónde surge la conciencia? Trago saliva… ¿También se reproduce la conciencia al mismo tiempo que las células? Insiste.

Indago. Tanto la ciencia como la sabiduría ancestral no me dan muchas pistas a simple vista. Leo: “El cuerpo se desarrolla a partir de nosotros, no al revés. Creamos nuestro cuerpo, célula por célula, lo creamos”. Es de Rumi, un místico sufí de Persia del siglo XIII. Es una frase que recoge Jaap Van der Wal https://bit.ly/2Mzsanb, un médico que ha sido profesor de anatomía y embriología en varias universidades de los Países Bajos. Actualmente lleva el proyecto “Embrión en movimiento”.

Desde Rumi, Jaap Van der Wal me invita a sumergirme en aspectos de la sabiduría relatada en voz de las abuelas. Me pica la curiosidad. Canta, canta a tu bebé. “Sólo soy una mujer montaña que observa sin juzgar”. Así suena… https://bit.ly/2K6tMmr.

Este ser que todo lo escucha, que no sabe de fronteras en el vientre florido. Anima Rebeca Gundin, otra profunda amiga, fundadora de la Escuela del Despertar, quien me descubrió esta canción de Susu. “Sólo soy una mujer montaña que regala vida y paz”. Nanas con voz dulce, amor de madre.

Este ser que todo lo escucha. Así es en la semana 24 del embarazo. Distingue la voz y el tono de su madre entre las demás. Aunque antes, entre las semanas 16 y 20 ya empezó a escuchar sonidos que vienen del exterior. Y percibir cambios de luminosidad cuando la madre toma el sol. Están listas las conexiones en la corteza cerebral y el feto responde a los estímulos que llegan a través del vientre de la madre. El vientre florido.

El sistema límbico, involucrado con los sentimientos y las emociones ya está en pleno desarrollo. Esto le permite empezar a tener cambios en su estado de ánimo. Interactúa, explora y aprende. Ya no lo dejará de hacer. A las 30 semanas ya sueña.

Todo eso lo detalla Thomas Vernyhttps://www.trvernymd.com psiquiatra, fundador de la Asociación de Psicología Pre y Perinatal de América del Norte, y autor de, entre otros libros, La vida secreta del niño antes de nacer, un best seller publicado en 27 países. Y continúa: a los nueve meses se han formado unos cien mil millones de neuronas. Implica que en todo esto tiempo se han creado unas 200.000 neuronas por minuto. Es vida.

¿Y la conciencia? “En los años sesenta y setenta del siglo pasado, la idea de que un feto de seis meses tenía conciencia habría sido risible. En la actualidad, a medida que nuestras técnicas de investigación son más sutiles, la mayoría lo consideran un hecho aceptado”, según explica Thomas Verny. “Las ondas cerebrales asumen rápidamente una pauta claramente individual”.

Y lo mismo sucede con los movimientos corporales. “Se han fotografiado bebés intrauterinos mientras se rascaban la nariz, se chupaban el pulgar, alzaban la cabeza y se estiraban. No sólo se mueve, sino que también lo hace con un propósito”, sigue señalando el psiquiatra.

En ese sentido, Roser de Tienda, quiropráctica especializada en pediatría y autora de Nacer conectado, vivir consciente, destaca los efectos positivos que tiene establecer desde el principio un vínculo emocional mientras crece en el útero materno. “Cada día los estudios acerca de la percepción de su sistema nervioso nos indican lo positivo que resulta crear para él un vínculo temprano con sus padres”.

Es una actitud. “No somos protagonistas del proceso, pero sí velamos para que se desarrolle de la mejor manera posible”, aporta Fernando Artal, psicopedagogo.

“Es importante darse cuenta que somos espectadores privilegiados del proceso de gestación, pero no somos los dueños de este proceso. Requiere una humildad activa bañada de amor. No deja de ser un ensayo cocreador”, destaca Fernando Artal. Algo así como lo que señalaba el viejo y sabio Rumi.

Un ser que crece en el centro natural de gravedad de todo ser humano. El vientre. Ese lugar que se hace evidente en las embarazadas. Un espacio habitado y lleno de fuerza. La fuerza de la vida y la evolución silenciosa de las formas, “una continua metamorfosis del embrión”, como señala Jaap Van der Wal. Una respiración que no sabe de fronteras.

Lo que es adentro es afuera, lo que es afuera es adentro. Y el misterio persiste. “Sólo soy una mujer montaña que observa sin juzgar… Sólo soy una mujer montaña que regala vida y paz”.

Con todo eso mi amiga embarazada sigue sin saber de dónde surge la conciencia, pero con lo que he compartido dice que ya no le importa tanto. De momento. Ahora se siente llena. Y la canción le gusta mucho. La voz, entre poros de piel.