El poder de las mujeres (I)

Tras el cava y demás, se pone a reír. A reír mucho. Y me suelta, ¿dónde crees que reside el poder de las mujeres?

En su feminidad… Pero tú me dijiste hace tres semanas que en sus incongruencias, y que me lo contarías.

¿Y qué es la feminidad?

Joder… pues lo propio del sexo femenino, su dulzura, acogimiento, su movimiento, no sé…

¿Hablas de sexo femenino o de género femenino?

Será más o menos lo mismo, ¿no?

Piensa un poco, hombre.

Vale. Sí. El sexo es pura biología y el género es cultural, el rol social y todo eso. Un poco rollo. ¿No?

¿Querías confesiones de las incongruencias? ¿No quieres saber dónde reside el poder de las mujeres? Me recuerda mi amiga del alma…

Sí, pero sin demasiados líos.

Me mira con ternura, casi condescendiente, y empieza a contarme que el otro día estuvo con unas amigas hablando sobre la maternidad, sexo y género. Salió el tema trans, la bisexualidad, pansexualidad, heteros, homos y los distintos movimientos, que si LGTBI, LGTBIQ+, la teoría Queer, feminismo de cuarta generación y varias perspectivas más.

Con tantas etiquetas es fácil perderse, le insinúo. Antes era más sencillo y natural.

¿Antes de qué? ¿Qué es natural? La idea de identificar género y sexo ha sido más bien artificiosa. A poco que se indague emergen otras realidades culturales. También puede ser artificioso multiplicar las etiquetas. Pueden ser tantas…

Y me comenta a modo de ejemplo que algunas tribus nativas americanas, antes de la llegada de los europeos, tenían incorporadas cinco identidades de géneros.

¿Cinco…?

Sí. Mujer, hombre, mujer de dos espíritus, hombre de dos espíritus y transgénero. No solo eso. Las personas con dos espíritus eran especialmente valoradas. Se les suponía con el don de ver y comprender con más perspectivas. Lo consideraban un regalo de la naturaleza. Un don.

Y sigue…

Más allá de los indios u otras culturas, imagínate al ser humano con cuatro capas. La primera sería el cuerpo físico. Nazco con un sexo biológico: varón, hembra… En la segunda capa sería la forma en que mantengo relaciones sexuales. Sea con el otro sexo, con el mismo, intercalando, a la vez, solo o lo que sea. En la tercera capa podemos ubicar el mundo emocional, lo que me gusta o no. Simpatías, antipatías. Y puede ser que me enamore de una persona, independientemente de si tengo relaciones sexuales o no… Y en la cuarta capa situamos el Yo, el ser, más allá del sexo, más allá del género, más allá de cómo me relaciono o a quien amo. Soy cada una de las capas y al mismo tiempo todas ellas.

Escucho. Ella termina. No sé qué decir. Permanezco en silencio. Pasan unos segundos. Respiro profundamente…