El hechizo de Saint Germain

Si por las ilustradas cortes reales de la Europa dieciochesca merodeó un personaje misterioso ése fue el conde de Saint Germain. Las crónicas aseguran que, aparte de destacar en múltiples ramas del conocimiento, gracias a la práctica de la alquimia consiguió templar su espíritu, lo que le permitía curar cualquier enfermedad y dominar la materia hasta el punto de convertirse a sí mismo en un ser místico inmortal. ¿Es verdad que aún sigue vivo o se trataba simplemente de un genial embaucador?

 

El conde de Saint Germain no necesita ser presentado y sin embargo es uno de los personajes de la historia europea del siglo XVIIl con más incógnitas por resolver. Místico, diplomático, empresario, alquimista… Cualquiera de estos calificativos le podrían describir, aunque sólo fuese parcialmente y aun así traicionaríamos su categoría espiritual al confinarlo a tres o cuatro conceptos. Alta política, sociedades secretas, esoterismo son ingredientes que gravitan en torno a su persona, dibujando, al ritmo de los tiempos cósmicos, un nuevo mito. ¿Quién fue realmente? ¿Qué papel jugó en la preparación de la Revolución Francesa? Y si así fue, ¿por qué se codeó con la aristocracia europea? Por último y lo más intrigante, ¿realmente es inmortal como aseguran no pocas personas?

La sociedad europea no conoce la existencia del conde de Saint Germain hasta que aparece por primera vez en 1745 en Londres, donde es arrestado y acusado de espionaje. Pero el secretario de Estado, el duque de Newcastle solamente consigue descubrir que desde hace dos años reside en la capital inglesa, que en los círculos musicales es apreciado por su talento en la composición y en la interpretación con el violín y que disfruta de una renta muy buena. Lo deja libre, y en 1758 viaja a París. Desde allí empieza a enviar cartas al marqués de Marigny, por entonces director de las Edificaciones y de las manufacturas del rey francés, Luis XV. Marigny es el hermano menor de la señora de Pompadour y ésta, la favorita del rey. En las cartas que envía el conde de Saint Germain al marqués le participa de un gran descubrimiento que ha llevado a cabo sobre los tintes de color y su interés por entregarlo al rey. Marigny decide entonces ofrecerle alojamiento en unas dependencias del castillo de Chambord para que continúe con sus investigaciones. ¿Qué se escondía tras los experimentos con tintes de color?

EL LABORATORIO ALQUÍMICO

Para un sector de la ciencia oficialista, el conde de Saint Germain sólo estaba realizando experimentos químicos. Pero si nosotros consultásemos ahora la clasificación de las ciencias establecida por los enciclopedistas contemporáneos de nuestro protagonista podríamos comprobar que lo que entonces se denominaba química comprendía las siguientes materias: la química en sí, la metalurgia, la magia natural (se refieren a la magia blanca) y la alquimia.

En el siglo XVIIl, además, el proceso alquímico estaba irremediablemente asociado al trabajo con las tinturas. En la alquimia no se comprendía el proceso místico de transformación personal sin su plasmación en el proceso químico-material y viceversa. Eran dos procesos paralelos que debían darse simultáneamente. Ciencia oculta y ciencia experimental iban cogidos de la mano. Así fue con Arnau de Vilanova, Ramón Llull, Paracelso…. Muchos de los procedimientos químicos que se utilizan fueron en primer lugar procesos alquímicos secretos a los que se había llegado por un proceso de madurez espiritual.

No cabe duda de que Saint Germain había templado suficientemente su espíritu como para ser requerido por la aristocracia europea y no solamente porque podía curar cualquier enfermedad, como afirmaba insistentemente el mariscal de Belle-Isle, ministro de Guerra de Francia; Saint Germain entusiasmó a las familias más ricas del continente cuando mostraba el resultado de su trabajo con el color al aplicarlo a delicadas y preciadas telas como la seda y el lino. Aunque su campo de actuación no se limitó a las tinturas. Consiguió que el algodón fuera absolutamente blanco, que al lavar la seda se convirtiera en más resistente y brillante, que la lana tratada pesara menos. El conde también eliminaba las impurezas de las piedras preciosas, ennoblecía los metales e incluso algunos señalan que transmutó oro para el rey de Francia.

En total se le han contabilizado unos 29 inventos de efectividad insólita. Cierto o no, el caso es que tenía abiertas las puertas de las cortes europeas. Pero las peticiones que le hacían fueron más allá de las puramente espirituales, terapéuticas e industriales.

UNA NOTICIA INQUIETANTE

Tres años después de que Saint Germain se estableciera en las dependencias del castillo de Chambord, protegido por el rey francés, en un periódico se publica la siguiente noticia: «El conde de Saint Germain, este hombre indescifrable del que no se sabe bien ni el nombre, ni el origen, ni el estado, con ingresos que no se sabe de dónde provienen, con conocimientos que no se sabe dónde ha adquirido, con entrada en los gabinetes de los príncipes sin que nadie lo autorice y lo reclame, este hombre ha llegado a La Haya sin que nadie adivine por dónde, no sabiendo dónde establecerse. El conde de Saint Germain es un exiliado de todos los países». ¿Qué había sucedido? Veámoslo…

Saint Germain compartía veladas enteras con la marquesa de Pompadour y Luis XV, y se le recibía con respeto en casi todas las mansiones de París, aunque también había envidias en torno a su figura. El duque de Choiseul, ministro de Asuntos Exteriores de Francia, no soportaba al conde y ordenó investigar el origen de su fortuna, pues estaba convencido de que era un embaucador. Sólo descubrió que poseía un gran número de piedras preciosas de belleza sin igual y que cuando precisaba dinero vendía alguna joya en los mercados de Londres o Ámsterdam. Choiseul esperó una mejor ocasión para vengarse. Lo hizo casi dos años después, cuando Saint Germain estaba cumpliendo una misión secreta para Luis XV.

MISIÓN POLÍTICA

En 1760 Luis XV y la señora de Pompadour creían que podían conseguir la paz con Inglaterra, mientras que el ministro de asuntos exteriores, Choiseul, prefería combatirla y vencerla. Sabiendo el rey francés que Saint Germain estaba íntimamente relacionado con el señor Yorke, embajador inglés en La Haya, le encargó hacer unas gestiones ante él, con vistas a intentar retomar las conversaciones de paz, a escondidas de Choiseul.

El conde aceptó esta misión secreta. Pero el ministro de Asuntos Exteriores se enteró y acusó a Saint Germain de impostor. Choisoul reclamó la extradición y el conde huyó. Se escondió en Ubbergen, un pequeño pueblo holandés próximo a la frontera alemana. Allí permaneció casi tres años encerrado, prosiguiendo con sus misteriosas investigaciones. En 1763 desapareció Choiseul del Ministerio de Asuntos Exteriores y el honor y las distinciones para Saint Germain fueron restituidas. A partir de entonces, estuvo en distintos países en los que constatamos la coincidencia del desarrollo de acontecimientos políticos importantes en la historia europea, con su presencia en el escenario de los hechos.

Pero para tener más pistas sobre quién fue realmente el conde de Saint Germain, hemos de trasladarnos a la última etapa de su vida.

Entre 1764 y 1773 residió en Italia. Se le vio en Pisa y Florencia, centros reconocidos de fraternidades rosacruces como señala el conde de Sagramoso, amigo íntimo de nuestro protagonista y embajador de la Orden de Malta en Dresde. Luego, entre 1773 y 1776, hay un vacío. Se afirma que marchó a tierras lejanas para profundizar en sus conocimientos esotéricos. Reaparece en Sajonia en octubre de 1776, y fija su residencia en Leipzig. Durante seis meses sólo recibe a sus más íntimos amigos. Pero pronto es requerido por otras personas, como el conde Marcolini, ministro de la Corte Electoral que llegó de Dresde para pedirle que confiara todos sus conocimientos secretos al Estado sajón. ¡También es visitado por el rey de Prusia, Federico II (de quien se dice fundó dos logias masónicas, una de ellas dedicada al estudio del maniqueísmo), y por el príncipe Federico Augusto de Brunswick (venerable de la logia masónica A los Tres Globos del Universo de Berlín, y gran prior de las Logias del sistema de la Estricta Observancia).

Saint Germain falleció el 27 de febrero de 1784 en Eckernförde, un pequeño puerto del mar Báltico, en el extremo norte de la actual Alemania, muy cerca de Kiel, en donde le acogió su amigo el príncipe Carlos de Hesse-Cassel desde 1778 para que pudiera continuar con sus experimentos sin ser molestado. Dos años después de la muerte de Saint Germain, Carlos de Hesse-Cassel, quien considera al conde como el más antiguo de los masones, es nombrado caballero de la Verdadera Luz y Gran Maestre de los Hermanos de Asia, con lo que se cumplía así una parte del destino del príncipe Carlos, y que Saint Germain ya había predicho cuando le dijo: «Sé la antorcha del mundo. Si tu luz es únicamente la de un planeta, no serás nada a la vista de Dios. Reservo para ti un esplendor para el que la gloria del Sol es una sombra. Guiarás el camino de las estrellas, y los que gobiernen los imperios deberán ser guiados por ti.»

LA INCÓGNITA DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA

Las idas y venidas del conde toman otra dimensión si tomamos nota de un acontecimiento histórico que marcó un final y un principio en Occidente: la Revolución Francesa de 1789, cinco años después de su muerte. Ésta no es un hecho fortuito y organizado espontáneamente. Es la culminación de un proceso que se cree fue discutido en la Gran Convención Masónica de 1782, celebrada en la ciudad de Wilhelmsbad. El propio Jacques Mitterrand, masón y hermano del ya fallecido Francois, expresidente francés, ha reconocido la importancia política de las logias en vísperas de la Revolución, además de considerarlas «laboratorios de la Revolución», aunque también se opone a que la masonería sea considerada como responsable única de dicha Revolución. Tal como explica José Antonio Vaca de Osma, embajador de España e historiador, «un problema que siempre se mantendrá vivo mientras exista la masonería es el de saber si es ella la que crea el ambiente, fomenta y dirige algunos de los grandes movimientos sociopolíticos de la historia moderna y contemporánea o si es sólo uno de los factores que utilizan otras corrientes históricas mucho más profundas». De hecho, a finales del siglo XVIII la pertenencia a una logia masónica se había convertido más en un hecho social que espiritual: en 1787 tan sólo en Francia había unas 700 logias.

En cualquier caso, la Revolución Francesa se convirtió en un cúmulo de injusticias sangrientas y despropósitos, perpetrados en nombre del pueblo que, como casi siempre, pagó las consecuencias. Uno de los 749 miembros de la Convención Nacional, el diputado Baudot, lo resumía así: «Solamente las masas populares podían derrotar a las tropas extranjeras; por consiguiente, había que sublevarlas e interesarlas por el éxito de la Revolución».

LOS ARCHIVOS AKÁSICOS

Tal vez Saint Germain, en tanto que maestro rosacruz, era capaz de prever el futuro desarrollo de los acontecimientos antes de que se perpetrasen. En algunas corrientes esotéricas se afirma que los grandes iniciados tienen acceso al archivo akásico, que sería como una «memoria cósmica» en donde estarían registrados todos los acontecimientos pasados y futuros, pues todo lo que se piensa, dice o actúa, queda impresionado en la sustancia que configura dicho archivo, como si fuera el negativo de una película. Si es cierto que Saint Germain reunía los requisitos necesarios para poder consultar dichos archivos, como el príncipe Carlos de Hesse-Cassel aseguró, entonces pudo prever que la Revolución Francesa iba a tomar un cariz muy distinto a sus consignas tantas veces reivindicadas: Libertad, Igualdad, Fraternidad. ¿Quería tal vez desactivar las circunstancias que iban a propiciar su estallido, codeándose con reyes y príncipes que eran miembros de sociedades secretas, para convencerles de la necesidad de introducir reformas sociales? Aparentemente puede parecer que el conde de Saint Germain no consiguiera su objetivo, pero también hay quienes afirman que Jesucristo fracasó porque murió en la cruz, negando entonces lo que para muchos continúa siendo un misterio victorioso: su resurrección. Si para algunos la historia de Cristo termina en la cruz, lo que implica perderse el verdadero significado de su aportación a la humanidad, lo mismo nos puede suceder con Saint Germain si nos detenemos sólo en su incidencia en los acontecimientos físicos. Se hace imprescindible ir más allá de lo que puede parecer evidente.

La Leyenda del Inmortal

El conde de Saint Germain sigue vivo, o al menos eso han afirmado en distintas épocas personas que profundizan en el conocimiento esotérico, como Papus, madame Blavatsky, Rudolf Steiner, Max Heindel o Edouard Schuré. Para distintas corrientes esotéricas es un enviado de la Logia o Gran Fraternidad Blanca o Jerarquía Planetaria de una categoría espiritual considerable. La leyenda empieza poco después de la llegada del conde a París. Según las memorias de la «Condesa de B.…», una noche el conde de Saint Germain acudió a una fiesta organizada por la anciana condesa Von Georgy, cuyo difunto marido había sido embajador en Venecia hacia 1670. Al oír que anunciaban al conde, la condesa dijo que recordaba su nombre de cuando ella estuvo en Venecia. Pero el hombre que ella conoció entonces tenía por lo menos 45 años, aproximadamente la misma edad que el conde tenía en aquel momento. «Madame», dijo el conde sonriendo, «yo soy muy viejo». «Pero entonces usted debe tener casi 100 años» exclamó la condesa. «No es del todo imposible», replicó Saint Germain, exponiendo algunos detalles que convencieron a la condesa, quien reconoció: «Me ha convencido. Es usted un hombre sumamente extraordinario, un demonio». «¡Por el amor de Dios! _exclamó el conde con voz de trueno_ ¡no pronuncie estos nombres!». Sufrió un temblor o calambre por todo el cuerpo, y abandonó la sala inmediatamente. Muchas historias parecidas circularon en los ambientes de moda franceses durante los primeros años en que el conde fue famoso. También en 1777, el archiduque de Austria, Maximiliano José l, escribía a su hermana, la princesa María Antonieta de Sajonia, para informarle de que en Leipzig «vivía un hombre que tenía doscientos años, y que si tenía esta edad, sin aparentarla, es porque debía ser un adepto», refiriéndose muy probablemente al protagonista de esta historia.

FUE VISTO EN DIFERENTES ÉPOCAS

Independientemente de que las palabras se adecúen a los hechos reales, lo cierto es que Saint Germain daba de qué hablar, había impresionado a sus contemporáneos. Pero no solamente en vida. Tras la muerte oficial del conde Saint Germain, su leyenda se convirtió en mito. Muchas personas afirmaron que éste se les apareció, bien para advertirles de algún suceso terrible, bien para orientarles en la búsqueda de su camino espiritual.

La condesa de Adhemar ha escrito que le vio con sus propios ojos durante la ejecución de María Antonieta, y que la última vez que se le apareció fue la tarde en que ella misma se preparaba para morir. En 1789 se presentó en Suecia para avisar al rey Gustavo III de un peligro.

El célebre teósofo Leadbeater dijo haberle encontrado en Roma en 1901. Otros lo vieron en Buenos Aires en 1910, y se ha afirmado que participó en los sucesos políticos anteriores a la Primera Guerra Mundial y en la Revolución Soviética de 1917.

LA GRAN OBRA ALQUÍMICA

Para la mayoría de los ocultistas mencionados al comienzo, Saint Germain habría completado la Gran Obra alquímica, alcanzando la conciencia de la inmortalidad. Esto implicaba haber conseguido la purificación de los distintos cuerpos que configuran al ser humano, ya que las corrientes esotéricas aseguran que la persona no está formada solamente por el cuerpo físico, sino que además posee un cuerpo etérico en el que residen todas las fuerzas vitales; un cuerpo astral, que corresponde a todos los aspectos emocionales de la persona como la alegría, la tristeza, la rabia, los complejos… y algunas escuelas también añaden un cuerpo mental. Pues bien, a Saint Germain se le atribuye precisamente el haber conseguido esta purificación, y esto implica un dominio absoluto de la materia. Para los esoteristas no resulta extraño entonces que pueda aparecer y desaparecer según lo requieran las circunstancias. Considerado un gran maestro rosacruz, tanto teósofos, como masones, antropósofos y rosacruces afirman que Saint Germain es la reencarnación de Christian Rosenkreutz, fundador de la Orden Rosacruz, lo cual acentuaría aún más el misterio en torno a su persona, aunque también nos da más elementos para configurar su verdadera identidad. Algunos dicen que es el verdadero director de todas las logias ocultas que existen en el mundo, ya sean rosacruces, masónicas, etcétera. Precisamente uno de los objetivos que se le atribuyó fue intentar reorganizar a las logias masónicas, así como reconciliar a rosacruces, iluminados, kabalistas…

En cualquier caso, dicen que su labor todavía no ha terminado. ¿Qué le falta por hacer? Quienes no creen en la inmortalidad o en las reencarnaciones dirán que nada. Pero para quienes suscriban las palabras de Voltaire escritas en una carta dirigida a Federico II de Prusia («Saint Germain es un hombre que nunca muere y conoce todas las cosas»), tienen claro que las personas han de intentar superar la cultura social del materialismo para que los contenidos trascendentes empiecen a impregnar el desarrollo de la ciencia. Es todo un reto.

¿Nació Saint Germain en España?

Por no saberse, ni se sabe su origen. Aunque es posible que en su más tierna infancia correteara por los jardines del antiguo Palacio Real del Buen Retiro en Madrid, como hijo bastardo de María Ana de Neubourg, casada con el rey Carlos II de España. En este caso, el conde de Saint Germain habría nacido hacia el año 1698 fruto de los amores de María Ana y Juan Tomás Enríquez de Cabrera, duque de Rioseco, conde de Melgar, undécimo y último Almirante de Castilla (uno de los cargos más altos del Estado), también conocido como El Banquero de Madrid, por su inmensa fortuna. Aunque AÑO/CERO no ha podido hallar documentos que avalen dicha hipótesis, sí ha encontrado numerosos detalles en las biografías de la reina María Ana de Neubourg y del Almirante de Castilla que, confrontados con lo que se dice de Saint Germain, podrían apoyar la hipótesis de su ascendencia germano-española. No los vamos a mencionar aquí todos ellos, pero a tal efecto recomendamos la lectura de las aportaciones realizadas por el acreditado estudioso francés Paul Chacornac. Otros investigadores están convencidos de que el conde fue el príncipe Rakoczy de Transilvania.

En cualquier caso, nadie duda ya de su origen dinástico. También coinciden casi todos en que a partir de los siete años, más o menos, el conde de Saint Germain estuvo protegido y educado por el último de los Médicis en Italia, detalle éste que refuerza el origen español de nuestro protagonista, pues Juan Gastón de Médici, gran duque de Toscano, era tío político de María Ana de Neubourg. Todo parece indicar que el conde vivió en Florencia, donde recibió una amplia formación en el palacio Pitti del gran duque. Su tutor le introdujo en el estudio de las lenguas (dominaba el inglés, el alemán, el francés, el español, el italiano, el turco, el árabe, el chino, el sánscrito, el latín…), en el arte de la interpretación musical, en las ciencias y en el conocimiento esotérico. ¿Por qué recibió esta formación tan completa?

¿Masón, Rosacruz o embaucador?

 

La credibilidad que le otorgan al conde de Saint Germain los investigadores consultados varía en función del grado de conocimiento que poseen sobre el mismo.  En la medida que aumenta su desconocimiento, menos credibilidad se le concede al personaje.  Y en general, a quien ha profundizado en su figura, sea masón, teósofo, rosacruz o simplemente historiador, más respeto le despierta.

En cualquier caso todos los investigadores que realmente han profundizado en la biografía del conde coinciden en que:

1.- Saint Germain existió, fue real, no el resultado de mentes ociosas; numerosos documentos históricos avalan su existencia.

2.- No consta que estuviera afiliado a ninguna sociedad secreta (un homónimo suyo sí), pero esto no significa que el conde no tuviera ninguna incidencia en ellas. Prácticamente todos sus amigos aristocráticos pertenecían a alguna. El príncipe Carlos de Hesse-Kassel -alto iniciado- trataba a Saint Germain como maestro suyo.

3.- Esto no quiere decir que Saint Germain no fuera una persona importante espiritualmente. Fue un hombre de grandes conocimientos esotéricos, además de preocuparse e implicarse en el desarrollo de los acontecimientos del mundo. Al fin y al cabo, en un sentido estricto, ser rosacruz no implica ser miembro de una sociedad formalmente, sino cualificado así por su grado de iniciación y avance espiritual.

Publicado originalmente en la revista AÑO CERO, número 09-1296-74 en septiembre de 1996