Del Sol o de la Luna, ¿de dónde vienen los ángeles?

Provocando de buena mañana. Mi amiga del alma me envía un wasap cuando todavía intento aterrizar del mundo de los sueños. Y me pregunta de dónde vienen los ángeles, si del Sol o de la Luna.

Y yo qué sé. Y qué más da. Sí sé que quiero hacer una lavadora y tender la ropa. También preparar una entrevista. Y una conferencia. Desayunar. Y saber de mi hijo que está al ladito de Gaza. ¿Cambia mi vida si los ángeles vienen del Sol o de la Luna?

Y yo qué sé. Sí sé que mi móvil suena. Un número desconocido. Habitualmente no contesto. Hoy sí. Una voz en mi interior activa mi musculatura. No me resisto y descuelgo. Una mujer. Se identifica como Verónica. Me llama por mi nombre. Se oye ruido de fondo. Gentío. La sirena de una ambulancia. La calle.

Tu madre se ha caído. Está tumbada en la acera.

Me olvido de la lavadora y de la ropa. Me olvido de la entrevista y de la conferencia. Y del desayuno. De los ángeles, no.

Salgo pitando. Y mientras, recapitulo, respiro, me centro.

Verónica, esa mujer desconocida, me ha asegurado que permanece junto a ella hasta que los de la ambulancia la atiendan. Les pasará mi número.

Me llaman. Se la llevan a urgencias. No puedo hacer nada hasta que me llamen de nuevo. Cosas de la covid.

Voy a casa de mi padre. Está nervioso. Está mayor. Está desorientado. Está rabioso. Está triste.

Ya ni me acuerdo de la lavadora ni de la ropa. Ni de la entrevista ni de la conferencia. Ni del desayuno.

De los ángeles sí me acuerdo, sí. Retumba la pregunta: ¿Del Sol o de la Luna?

Y cojo “La Vanguardia” que tiene mi padre en la mesilla. Ha recortado un reportaje a doble página de mi admirado colega Xavi Ayén. “Puertas a otros mundos” se titula.

Se la leo para distraerle. “Una puerta conecta dos mundos. Pero ¿cuáles? (…)”. Así empieza. Sugerente. Recoge la obra de Óscar Martínez, historiador de arte. Un viaje a realidades de otras dimensiones. Expone qué hay tras veintidós puertas repartidas en varios países. “Umbrales” se llama el libro. Simbolismo, sexualidad, dragones…y Gaudí.

Escucha Gaudí y mi padre se calma más. Sin pastillas.

Qué casualidad. Aparece de nuevo Antoni Gaudí. Maestro de las puertas entre dos mundos. Y digo de nuevo porque la noche anterior estuve ojeando “Yo, Gaudí”, un libro de Xavier Güell, director de orquesta. Es tataranieto de Eusebio Güell, el hombre que apoyó y financió a Gaudí en la mayoría de sus proyectos más importantes.

Gaudí fue un genio. Su inspiración viene de los ángeles y la naturaleza. Lo dice él. Con las formas helicoidales de la arquitectura orgánica quiere crear imágenes en la interioridad del ser humano. Como las columnas de la Sagrada Família, apunta el propio Gaudí. Algo así como una meditación en imágenes para traspasar la puerta que conecta dos mundos.

Y en este traspaso, se encuentran las claves para dar significado a los golpes del destino.

Como el que ha sufrido mi madre. Ocho horas en urgencias haciéndole pruebas. Vuelve a casa amoratada. Sin más consecuencias. Sin perder su eterna sonrisa.

Le enseño el wasap de mi amiga del alma sobre los ángeles.

¿Pero tú no sabes de dónde vienen?, exclama mi mami.

Sonríe y ella misma responde: vienen de la Luna. Son los golpes del destino. Y volamos hacia el Sol, construyendo el futuro. Como en la película “La familia Bélier”. Un canto a la autonomía. ¿Has escuchado su canción “Je vole” (https://bit.ly/3uD9IeR)?

No sé quien está más loca, si mi madre o mi amiga del alma.

Voy  a mi casa a poner la lavadora y tender la ropa. También a preparar una entrevista. Y una conferencia. Sobre los sueños. Sí, construyendo el futuro integrando los golpes del destino.