Aristóteles y café con azúcar (y II)

Ya llevo 33 cafés con azúcar desde el último encuentro con mi amiga del alma, dándole vueltas a Aristóteles, a la materia con sus procesos y al desarrollo de la autoconciencia. Y nada.

¿Pero llegaste a la Font del Dimoni?, pregunta mi amiga.

Sí. Fui a Caldes de Montbui. Y por la misma ruta del paseo del Remei, más allá, estaba la Font dels Enamorats.

Todo un símbolo de ruta iniciática a través de los nombres.

¿Qué quieres decir?

Cuando buscas un remedio (Remei), estás pasando por un infierno (Dimoni), que distorsiona tu percepción y te lleva a ver sólo la parte de la realidad que tú quieres (Enamorats), enamorado de tu propio drama personal, como recuerda Eckhart Tolle, autor del popular libro “El poder del Ahora”. Hasta que la realidad de la materia con su tiempo te resitúa. Son los procesos.

Parece muy conceptual. Pero entonces mi amiga del alma me habla de la artista y docente Natalia Cajiao, que dirige además la revista online ConCiencia Arte (https://rdra.es/40e096). Me invita a acompañarla para ver su obra en la exposición “1.ª Mostra d’Art descalç per la terra”, en el centro cívico la Barceloneta, en Barcelona. Vamos y llegamos.

Mira.

Miro.

Toca.

¿Tocar la obra de Natalia?

Sí. Lo dice aquí: Pintura con arena de la playa de la Barceloneta, obra para ser sentida con el tacto.

La palpo lentamente con los dedos, con la palma de mi mano. Sensaciones. Capta mi atención. Me entero de que hace un taller titulado “Sentir la tierra con nuestras manos”. Quiero participar. Me apunto. Participo. Ha llovido. Parte del material es la propia arena de la playa. Está húmeda. Y Natalia invita a sumergirse en la sensación y seguir el movimiento que surja, dejando tu huella en tu contacto directo con la tierra.

Vuelvo a casa. Todavía siento el movimiento y la sensación de la huella. Me llama mi amiga del alma. Le cuento. Y me comenta que ahora puedo captar mejor a Aristóteles cuando afirma que la naturaleza es movimiento por una conjunción de factores. Todos necesarios.

Sí. El principio de cooperación. No porque te lo digan, sino porque sientes que es así. Y forma parte del proceso. Todos nos necesitamos a todos. Construyendo las huellas sociales.

Vas bien, vas bien, me anima mi amiga del alma. Añade que Aristóteles es una especie de anarquista espiritual que invita a desafiar todo lo que se da por sentado. Y que mujeres excepcionales y revolucionarias del siglo XX como Hannah Arendt, Philippa Foot o Martha Nussbaum (galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales), han bebido de Aristóteles.

Y mi amiga del alma me invita a leer el libro de Edith Hall “La senda de Aristóteles. De cómo la sabiduría antigua puede cambiar nuestra vida”.

¿Y quién es Edith Hall?

Ha sido la primera mujer en recibir la Medalla Erasmus de la Academia Europea.

Interesante. Y Edith Hall me descubre que a Aristóteles también le importaba su relación con el cuerpo. Le fascinaban los sabores, un buen masaje, y que el sexo, la comida y el vino podían ser una fuente de satisfacción si se disfrutan con espíritu constructivo compartiendo con otras personas.

Compartiendo. Una de las bases de la felicidad. Pero no solo. También destaca que hace falta algo más que una serie de experiencias agradables. Aristóteles invita a preguntarse cuál es mi destino, cuál es mi misión en esta vida. Qué huella quiero imprimir en esta tierra.

Difícil no asociarlo con Natalia Cajiao que promueve con sus talleres la conexión con la naturaleza a través del arte. Convertir la tierra en arte. Experimentar con la huella que dejamos. Procesos. El paseo del Remei, la Font del Dimoni, la Font dels Enamorats…

Y un café con azúcar, por favor.