Apuntes sobre el amor

“¿Por qué si nos queremos ya no podemos ser pareja?”, pregunta Nandi (nombre ficticio) a su pareja que pronto dejará de serla, durante la visita semanal que hacen a la psicóloga especializada en parejas. “Yo también te quiero, pero necesito sentirme independiente, tener mi espacio”, contesta Carlos (también nombre ficticio).

La psicóloga que me comenta este caso, asegura que efectivamente se quieren, pero “falta algo más que amor para que la relación de una pareja permanezca. No es el único caso. Es más habitual de lo que se cree. Y estos meses se ha hecho mucho más evidente”.

Parece fácil entender que una relación se rompa cuando del amor se ha pasado casi al odio o a la indiferencia (no se sabe qué es peor). Pero cuando ambos aseguran que se quieren y aun así se separan, resulta más difícil de entenderlo. ¿Seguro?

Se lo consulto a mi amiga del alma. Ella es sabia. Y no entiende que yo no lo entienda.

Vamos a ver, me dice. Una cosa es amar, y otra ser pareja. Hay tendencia a confundirlos y mezclarlos. Y por si fuera poco, estos dos conceptos, por sí solos también cada uno los interpreta a su manera.

La propia palabra amor es confusa porque muchas veces se dice amor cuando en realidad se trata de deseo, pasión, acogimiento o agradecimiento. Hay muchos grados de sensaciones hacia una persona que sintetizamos con la palabra amor.

Mi amiga del alma me recuerda que para Fritz Pearls, el padre de la terapia Gestalt, “el 80 por ciento de las relaciones son una proyección… y el otro 20 por ciento, también”. Es cierto que las personas siguen creyendo en la pareja como una de las mejores opciones de vida. Pero, al mismo tiempo, reconocen enormes dificultades para lograr que dicho proyecto armonice con el resto de expectativas y complejidades de la vida actual.

Demasiados sobreentendidos y presuposiciones sobre lo que significa ser pareja. Estamos metidos en el lío de abandonar un sistema de relación sin tener un modelo alternativo.

No solo eso… ¿Sabe alguien qué es amor o nos perdemos en una nebulosa si intentamos definirlo?

Podríamos solucionarlo acudiendo a la definición de la Real Academia Española, pero es que incluso ahí hay varias acepciones de la palabra amor, suficientes como para que cada uno coja la que más le convenga según la hora del día o la persona que esté delante.

El amor cambia incluso por países, recuerda el sociólogo Didac Sánchez-Costa. No habla de una teoría porque ha estado viajando por medio mundo. Sus experiencias en Estados Unidos, América Latina, Europa y Marruecos le permite tener una visión global de cómo se quiere la gente, qué lugar ocupa el amor y qué otros ingredientes son necesarios.

“La gente se quiere, pero el amor es un ideal, porque amor implica respeto a la libertad del otro y eso no es tan fácil de llevarlo a la práctica”, apunta Sánchez-Costa.

Y explica el encuentro anecdótico con un anarquista uruguayo de 70 años que había sido torturado mientras le preguntaban, ¿qué es eso del amor libre?. Y él les contestó: “¿acaso hay una forma de amor que no sea libre?”.