Antroposofía, donde el conocimiento esotérico y la ciencia confluyen

La ciencia se perfeccionará en la medida en que se sistematice la investigación de mundos suprasensibles para aplicarla en la vida cotidiana. No le faltó razón al antagonista ideológico de Hitler. Si a éste le fascinó la magia negra, a Steiner le guió la figura de Cristo en su búsqueda del conocimiento verdadero. Y claro, el uno atentó contra la vida y la obra del otro, cuya estela cuenta con millones de seguidores setenta años después de su muerte.

 

«En los tiempos de la Atlántida, durante la noche, el cuerpo astral y el Yo del hombre se desplazaban hasta la esfera de los Principados. Pero debido a la influencia Iuciférica, la percepción de los Principados era poco precisa. Mientras que a través del cuerpo etérico, el hombre era capaz de percibir a los Ángeles y a los Arcángeles». La Ciencia Oculta, de R. Steiner.

¿Éramos capaces de percibir realmente ángeles y arcángeles en tiempos remotos? ¿Quién era ese hombre que a principios del siglo XX describía, como la cosa más evidente del mundo, lo que había sucedido en la misteriosa Atlántida?

Espere. No saque conclusiones precipitadas. No se trata de ningún charlatán o alucinado. Rudolf Steiner es considerado uno de los grandes maestros espirituales del siglo XX y un verdadero intelectual del ocultismo. Si hay que creer a Trevor Ravenscroft, uno de los discípulos de Steiner, el Dr. WJ. Stein, convenció a Sir Winston Churchill (AÑO/CERO, 30) de que Adolf Hitler estaba fascinado por lo oculto y creía en los poderes mágicos de los primeros habitantes de la Atlántida. Pero entre Hitler y Steiner había una diferencia abismal. El primero empatizó con la magia negra; el segundo con la figura de Cristo. Y claro, una de las obsesiones del nazismo (AÑO/CERO, 2 y 59) era acabar con la vida de Steiner. Efectivamente, sufrió varios atentados de los que consiguió librarse y seguir adelante, hasta que finalmente optaron por quemar, la noche del 31 de diciembre de 1922, su obra arquitectónica más emblemática, el Goetheanum. El 1 de enero de 1924 -primer aniversario del incendio- Steiner fue víctima de un nuevo atentado y, aunque reunió fuerzas suficientes para superarlo, lo hizo ya con una vitalidad muy mermada. Murió en 1925, no sin antes haber diseñado la maqueta del segundo Goetheanum. Edouard Schuré (ver página 37 de este mismo número), autor de la célebre obra «Los grandes iniciados» (de la que se han hecho miles de ediciones en todo el mundo), nos describe así su impacto en el primer encuentro que tuvo con Steiner. «Nunca jamás olvidaré la impresión extraordinaria que me produjo este hombre al entrar en mi despacho. Tuve, por primera vez en mi vida, la convicción de encontrarme frente a una de esas personas sublimes, que tienen la percepción directa del más allá.  Yo había descrito intuitiva y poéticamente hombres parecidos en mi libro «Los grandes iniciados».

Rudolf Steiner nació en 1861 en Kraljevec (Hungría) en el seno de una familia humilde, y a los 23 años salió de la Escuela Superior Técnica de Viena, con un doctorado en filosofía y diplomas en química, biología y física, siguiendo el consejo de un maestro desconocido y misterioso con quien se había encontrado a los 18 años. Este maestro no sólo le enseñó la manera correcta de ver más allá del tiempo y del espacio, sino que además le indicó sobre la necesidad de que adquiriera un conocimiento profundo de la mentalidad científica para poder rebatir, de este modo, el materialismo imperante.

 

PRIMEROS PASOS

 

Steiner fue secretario general de la sección alemana de la Sociedad Teosófica, creada por Blavatsky (ANO/CERO, 12). Dimitió porque quería difundir un conocimiento más acorde con la tradición esotérica occidental. Lo llamó Antroposofía y nació así, en 1913, la Sociedad General Antroposófíca, con sede en Dornach, Basilea (Suiza), al pie de las montañas del Jura, donde comenzó en 1914 la construcción de un gran edificio, según las más antiguas tradiciones arquitectónicas. Se llamó Goetheanum en homenaje a Goethe (Año/CERO, 24).

Precisamente Schroer, profesor en la Escuela Politécnica, tras quedar impresionado por los trabajos que el joven Steiner realizó sobre óptica en el laboratorio de física, le propuso que se encargara de la edición de los escritos científicos de Goethe. Eso le permitió desarrollar el fundamento epistemológico de lo que es el acceso a los mundos suprasensibles y su aplicación práctica.  Nada de estados mediúmnicos, ni de expansión artificial de la conciencia; esa puerta se abre a través de la formación de una conciencia lúcida y despierta, de un pensar (diferenciado del intelecto) matizado por las actitudes morales (que no moralizantes). Pues para Steiner es fundamental la figura de Cristo: «Es imposible -dice- comprender la idea de una humanidad libre sin la idea de la salvación de Cristo»

Pero, vayamos a lo concreto y veamos qué se está realizando en la actualidad a partir de las líneas trazadas por Rudolf Steiner.

APORTACIONES A LAS CIENCIAS

Fue Steiner quien descubrió que el flúor tiene la propiedad de fijar el calcio en los dientes y el primero en afirmar que los cometas contienen cianógeno. Para Steiner la ciencia puede ofrecer el verdadero conocimiento si el científico no ensombrece el sentido de sí mismo. La Antroposofía propone un necesario cambio de actitud en la comunidad científica para recuperar la relación íntima entre sujeto y objeto. Este es uno de los desafíos de la sección de ciencias naturales del Goetheanum, además de continuar desarrollando interesantes investigaciones sobre ingeniería genética.

Pero es tal vez el departamento de agricultura el que tiene una mayor incidencia directa en el mundo. Según los últimos datos que he recogido, en todo el planeta hay unas 3.500 fincas desarrollando la agricultura antroposófica (conocida como biodinámica), que laboran casi 670. 00 hectáreas, destacando Europa por el número de fincas y Australia por el número de hectáreas. Sus productos se reconocen porque llevan la marca Démeter.

La agricultura biodinámica resurge con fuerza a partir de la década de los setenta, aunque ya antes había tenido una fuerte expansión, frenada en 1941 por los nazis que prohibieron su práctica. Pero las investigaciones no pararon y en 1950 los agricultores antropósofos fundaron el Instituto para la Investigación Biodinámica que colaboró durante más de 20 años con la Universidad de Giessen. El resultado es que, en 1973, Abele, dirigido por el profesor Von Boguslawski, publicó la primera tesis sobre agricultura biodinámica, la cual tuvo una gran repercusión en el mundo agrícola universitario. Desde entonces, las investigaciones se han multiplicado rápidamente, surgiendo cátedras en Wageningen (Holanda), Helsinki, Viena y en Alemania… Por fin se había conseguido que un sector del estamento científico reconociera metodológicamente la validez y practicidad del conocimiento esotérico.

PARACELSO EN EL SIGLO XX

A Paracelso le hubiera gustado saber que casi 400 años después de su muerte y en medio del vertiginoso desarrollo de la técnica, la medicina antroposófica sigue sus pasos.

Desde 1920 hasta 1924, Rudolf Steiner dio diversos cursos para médicos, terapeutas y farmacéuticos en los que sentó las bases científicas y espiritual de la medicina y la farmacia de orientación antroposóficas. Ita Wegman (1876-1943) fue el primer médico en llevar a la práctica las indicaciones de Rudolf Steiner para la medicina. Wegman fundó un centro terapéutico y del éxito de esta primera iniciativa surgió más tarde la clínica Ita Wegman y el laboratorio Weleda en Arlesheim (Suiza).

Ahora, la medicina antroposófica está extendida prácticamente en todo el mundo. Su máxima incidencia es en Europa. En Alemania, por ejemplo, hay más de mil consultas y centros terapéuticos donde se practica este tipo de medicina. Además de clínicas, en el caso particular de Alemania y Holanda, hay incluso hospitales, pues la seguridad social cubre estos gastos, así como los que corresponden a los medicamentos antroposóficos.

Hay varios laboratorios farmacéuticos, pero los más improtantes son Weleda y Wala. Weleda está presente en más de treinta países. En estos momentos las principales vías de investigación que mantienen son el tratamiento del cáncer y la inmunología. 

Actualmente, hay 24 países que cuentan con organizaciones propias que aglutinan a médicos y terapeutas antropósofos.

LAS MUSAS SE REúNEN

Imaginémonos a dos muchachas, hermanas de sangre, perdidas en un desierto de blanca nieve. Una de ellas contempla impresionada la belleza del paraje y es premiada con una experiencia espiritual en la que recibe el don de poder ofrecer a la humanidad las artes. La otra casi muere de frío durante la helada noche y no disfruta de ninguna experiencia espiritual. Esta última es el Conocimiento Humano, que finalmente se recupera gracias a la acción protectora de su hermana que encarna el Arte.

Con esta imagen que presentaba Rudolf Steiner el 28 de octubre de 1909 en Berlín frente a un auditorio heterogéneo, ofrecía una pincelada de la función del arte desde un punto de vista esotérico. Para Steiner el arte es la manifestación de lo espiritual encarnado en el mundo. En la Antroposofía el arte es un instrumento que permite modelar el desarrollo de los distintos cuerpos que configuran al ser humano. Y esto se puede realizar desde la medicina utilizando el arte como terapia, desde la educación (Steiner siempre prefería hablar del arte de enseñar), desde lo social… En la sección de arte del Goetheanum se trabaja tanto la música como la pintura, la escultura, el arte dramático o la euritmia (el cuerpo humano dibuja palabras y notas musicales en el espacio desvelando los secretos del movimiento). Y todos tienen su especialización terapéutica y su lugar en los planes de estudio que conforman la pedagogía Waldorf.

Además de los experimentos, exposiciones, conferencias o investigaciones, también se asume el reto de poner en escena el fruto del trabajo desarrollado. En Euritmia han participado este año, por ejemplo, en las celebraciones «Luxemburgo, capital cultural de Europa», realizando representaciones en el Teatro de la Ópera de Luxemburgo, acompañados por la orquesta de RTL.

CONVERSACIONES POLÍTICAS Y LOS BANCOS

Aunque ya había intentado Rudolf Steiner en 1905 establecer los primeros lazos entre lo espiritual y lo social, no fue sino hacia el final de la Primera Guerra Mundial que pudo mantener las primeras conversaciones con personalidades de las más altas esferas políticas y culturales de Europa Central, en las que propuso soluciones concretas para conseguir el entendimiento entre los países enfrentados. Incluso el conde Otto von Lerchenfeld, sobrino del conde Hugo von Lerchenfeld, representante del Estado de Baviera en el Consejo Federal, le pidió a Steiner en 1917 que expusiera sus ideas sobre la situación que estaba atravesando Europa, y las plasmó en dos memorándums con los que el conde se acercó a dirigentes alemanes y austriacos.  Sobra decir que intereses ajenos a la convivencia humana desoyeron cualquier sugerencia, pero un número importante de intelectuales se sumaron y apoyaron las iniciativas de Steiner. El resultado fue el desarrollo creciente de la Antroposofía no sólo como un cuerpo de conocimiento esotérico, sino además como una nueva forma alternativa de convivir socialmente. Esto implicaba redefinir los conceptos sociales desde una perspectiva espiritual. Así no era extraño que Steiner expusiera temas como La naturaleza del dinero y Ios impuestos, o Misión y límites de la democracia, por citar un par de entre muchos.

Francamente resultaba interesante. Y este interés ha sido suficientemente fuerte como para cambiar el funcionamiento de algunas instituciones. Como, por ejemplo, ciertos bancos.

Tanto en Nueva Zelanda como en Holanda, Francia, Gran Bretaña, Alemania, Bélgica y Suiza existen bancos de orientación antroposófica cuyo objetivo no es la acumulación de capital, sino conectar a los pequeños inversores con proyectos de desarrollo social. Normalmente, la prioridad del banco es sacar el máximo rendimiento cuantitativo. Es capitalismo puro. Un negocio absolutamente crematístico. Mientras que el objetivo de los bancos antroposóficos es cualitativo. Trabajan para el ser humano.

Como se ve, las propuestas en la Antroposofía son múltiples y constituyen todo un reto para el buscador que, además de querer transformarse, pretende incidir en el mundo contemporáneo. Es la introducción del esoterismo, de lo espiritual, en todo cuanto nos rodea a través del ejercicio de la profesión. Es la unión del místico y del alquimista. Tal vez es el reto del siglo XX, a las puertas ya del XXI.

¿Qué es la Antroposofía?

La Antroposofía es la unión del conocimiento esotérico y la ciencia. Para que esa unión sea efectiva, la Antroposofía sistematiza la investigación de los mundos suprasensibles para poderlo utilizar en la vida práctica. Quien dude de la compatibilidad entre ciencia y esoterismo, sólo tiene que ver el resultado de la aportación de Steiner, a través de sus más de 6.000 conferencias y unos sesenta libros.

Y no son discursos. Médicos, economistas, maestros, agricultores, ingenieros y otros profesionales, están aplicando con éxito las propuestas que hace la Antroposofía. En torno suyo se han creado un montón de instituciones, desde el movimiento pedagógico Waldorf y centros de pedagogía curativo, hasta la agricultura biodinámica, pasando por bancos, clínicas, residencias para la tercera edad y un largo etcétera.

El propósito de la Antroposofía es que el ser humano tome conciencia de que existe otra realidad más allá de la estrictamente física, que esta otra realidad es susceptible de investigarse, y que el producto de esta investigación revierte tanto en la ciencia, como en el arte y la filosofía.

Pedagodía Waldorf

Cuando la fábrica de cigarrillos Waldorf Astoria, de Stuttgart, dedicó parte de los beneficios para la educación de los hijos de los obreros en 1919, no sabía que su nombre se perpetuaría, casi ocho décadas después, en más de 600 escuelas, más de mil jardines de infancia y 250 centros de pedagogía curativa repartidos por todo el mundo.

Pero retrocedamos en el tiempo para poder valorar la primera experiencia que tuvo Steiner en el terreno pedagógico.

Fue en 1884, cuando tenía 23 años. El matrimonio Specht tenía cuatro hijos, de los cuales el menor, de diez años, padecía hidrocefalia. La hidrocefalia es una enfermedad infantil que, quien la sufre, vive en el mejor de los casos diez años. Produce trastornos en el aprendizaje hasta desembocar en el retraso mental.

Aunque la medicina ortodoxa realiza intervenciones quirúrgicas retrasando el mortal desenlace, en tiempos de Steiner no se conocía remedio alguno. Aun así, Steiner puso en práctica todo su conocimiento esotérico sobre el ser humano, y en dos años consiguió que Otto Specht superara los estudios de la escuela primaria, aprobara el examen de ingreso de lo que hoy sería el BUP en España y acabara la carrera de médico. Murió luchando en la Primera Guerra Mundial.

El conocimiento que permitió a Steiner este primer brillante éxito pedagógico, lo transmitió a los profesionales de la educación como respuesta a las exigencias del ser humano en su conquista por la libertad. El recientemente fallecido Michel Ende, autor de «Momo» y «La historia interminable» lo certifica como antiguo alumno de las escuelas Waldorf.

La iniciación moderna

En las antiguas escuelas de misterios se daban instrucciones precisas acerca de la que uno tenía que hacer. La división del día, estudio, conversación, dieta, lavados, el tipo de relación con las otras personas o la no relación…, todo estaba regulado por los instructores y ellos determinaban cuando uno estaba maduro para la iniciación.

En cambio, a finales de siglo XX y ante los nuevos misterios, uno debe encontrar el camino por sí mismo. Cuando los jóvenes estudiantes le preguntaban a Rudolf Steiner cómo podían ordenar su vida meditativa, él les contestaba: «Podéis hacer cualquier meditación según vuestras posibilidades y necesidades. Las experiencias en este sendero de desarrollo deben ser buscadas por el discípulo mismo. A partir del Yo, uno debe esforzarse y asumir su propia responsabilidad al decidir seguir un camino de desarrollo».

Publicado originalmente en la revista AÑO CERO, número 01-0496-66 en enero de 1996